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viernes, 26 de febrero de 2010

Ni punk, ni crust, ni el Ecoloco.

Y como todos los días anteriores, me levanto con una renuencia extraterrena a tomar lo que los franceses llaman suicidio y los hindúes llaman purificación. Total, en otras palabras no quiero tomar un baño, o para los que no entienden el verbo “tomar” fuera de sus acepciones de ingerir, NO ME QUIERO BAÑAR. Y no lo hago por rebeldía como los punks, o como una forma de vida como los crusts y homeless, mucho menos para joder a unas botargas que quieren salvar el mundo como el Ecoloco. No, mi motivo es otro. Mi motivo es existencial!, es trascendental!!, es metafísico!!!: es weba!!!!. El solo pensar en encender el calentador de agua, en tener lista y dispuesta (casi como a una morra) mi ropa, en desvestirme y tentar ese líquido tan inconstante como es el agua, me llena de un sopor tremendo. Digo, el agua tan inconstante que es, con todos sus cambios de estado; no puede ser muy benigna que digamos. Si he estado relacionado con personas bipolares y todas ellas me trajeron conflictos; ahora imagínense con una tripolar!!! Líquida un día, sólida otra, y gaseosa cuando come frijoles. No, no, eso no me va. Entonces como todas las mañanas, pues simplemente no me baño. Yo tenía una tez blanca perlada cuando nací, y ahora después de una vida de abstinencia de ablución, ósea de limpieza, tengo una piel gris roña que se torna negra por las noches. Pero aún así es un beneficio. Los mosquitos no se alimentan de mi líquido vital, ya que mi coraza protectora que consiste en células muertas me protege. Además evito filas en los chicheros gubernamentales (recaudación de impuestos, secretarías, etc.). Yo les digo chicheros porque son una chichi más que mama el gobierno para subsistir, digo, el pobre niño desahuciado necesita fortalecerse de los sanos y heroicos contribuyentes. También evito filas y demoras en cualquier lugar donde se haga cola y prestamos de bienes* (*Albur, por si no se me entendió.) Toda la gente al olerme me huye y el lugar queda desolado. Esto de no restregarse el cuerpo con agua y jabón es un beneficio muy favorable. Además también tengo mis chavas. Ya saben, como a las chavitas les gusta todo lo nuevo y excéntrico para poder restregarle a sus amigas que se andan cogiendo o traen de pendejo a cada espécimen, especimenes nada comunes y si muy corrientes. El wey que tiene la banda de música inaudible, el wey que escribe pa’la chingada pero que se hizo famoso con un blog, el wey que tiene mas contactos para conseguir drogas, el wey que se parece al nerd que sale en el programa de moda, y así infinidad de ejemplos. Pues yo soy el wey horrendo que no se baña. Y si te cojes o traes de pendejo a ese wey eres la onda entre tus amigas “envidiosas”. Total, no me falta nada. Tengo mis amigos porque me conocen más haya de mi hábito mugroso y saben que cuentan conmigo en todo. Mi familia me quiere y acepta porque soy el único que acabo la prepa y además “estudia una carrera”, y tengo chavas porque soy de los especimenes raros que se ponen de moda. Y todo esto no es porque me bañe o no (bueno lo de las viejas si), sino porque soy un wey directo y que se aferra a lo que quiere.

Pero hace unos días mi salud se deterioro drásticamente. Comencé a sentirme mal. Me sentía mareado, tenia vómitos constantes y una diarrea interminable, incluso desmayos. Creí que era por una intoxicación a causa de un filete gañón o gandul, o algo así, que había ingerido. Ah, porque el hecho de que no me bañe no me convierte en jodido, yo como bien, y a veces en restaurantes finos. Pero mis conjeturas eran erróneas. Fui al doctor hace tres días y éste me declaro que mis síntomas no concordaban con los de una intoxicación. De hecho mis síntomas eran extraños. Después de análisis y estudios se descubrió la causa de mi deteriorada salud. Tenía algo nuevo, algo a lo que le pusieron por nombre “el síndrome del marrano”. Por mis muchos años de descuido en lo que atañe a la limpieza personal, mi cuerpo comenzó a crear una capa infranqueable de células muertas, grasa, microorganismos y bello excesivo sobre mi dermis. Esto obstruyó mis poros y provocó que no pudiera transpirar ni que mi piel y órganos se irrigaran de oxígeno. Mi sangre estaba tan escasa de oxígeno como los países tercermundistas escasos de esperanzas. Así, todas las toxinas que tenía que desechar mi cuerpo no podían salir por mis poros ni mis glándulas sudoríparas y sebáceas. Así que las sacaba por donde podía, por el culo y por la boca. Esto me había traído problemas motrices e incluso psicológicos y cognoscitivos. Esto explicaría el porqué había respondido a la pregunta “¿Dios existe y es Éste necesario? Con la consecutiva, automática y ordenada repetición de la tabla periódica de los elementos por número atómico. En resumidas cuentas estaba muy grave y todo era por falta de un buen baño. El doctor fue tajante: “Si usted no se baña dentro de las próximas 24 horas morirá de intoxicación y falta de oxigenación en la sangre y órganos”. Como dije al principio, mi convicción supera cualquier banalidad y trivialidad. Mi elección y decisión de no bañarme no la tome por moda, por ser un reaccionario, por ser un súper villano como el célebre vanagloriado Ecoloco. No, mi elección es trascendental. Es tan excedente que supera la vida misma. Si he de morir, he de morir cochino y libre.

A los 3 días morí a causa de intoxicación interna, y creo que también combustión interna. Eso no me lo aclararon en el Cielo. Por cierto ahora que estoy en el Paraíso puedo responder a la pregunta de si Dios existe y si Éste es necesario. Si, Dios existe y no, Éste no es necesario. A mi funeral sólo acudieron mis familiares y amigos más próximos y queridos; pero con una mascarilla y un tanque de oxígeno para soportar el dolor, digo el olor.