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martes, 23 de marzo de 2010

Escatología aplicada. (Mierda a la mierda en el siglo XXI)

Y ahí estaba él, regodeándose en la inmundicia más ruin y baja, más escatológica y vomitiva. Entre basura y sus jugos de un hedor indescriptible, entre larvas de mosca y sus excrementos, entre lo que desecha la sociedad y lo que no quiere volver a ver en la vida. Lo que hacen las castas “privilegiadas”, que tienen cosas que desechar y que puede simplemente olvidarlas, sin tener que volver a verlas. Él era miembro de las castas privilegiadas, sin embargo quería impregnarse y saturarse de lo más vil y asqueroso, sentirse sucio y lleno de mierda. Pero no sólo implicaba el estar inmundo físicamente, sino también muy dentro. Sentirse repugnante en el interior, sentirse sucio y horrible en su alma. Una suciedad que no sólo implicaba la física, sino la moral y la social. No quería una suciedad e inmundicia que se remunera; como la de los políticos que roban, mienten, usurpan, estafan, manipulan, pero que al fin y al cabo son respetados, temidos, idolatrados por la sociedad. No quería una suciedad banal y burda como la de las estrellas de tv y famosos, que son admirados e imitados cuando caen en las bajezas del mundo. No, él quería tener una inmundicia sin remuneraciones, una asquerosidad sin vuelta atrás y sin halagos. Una suciedad de los olvidados, de esos que se ven en la calle buscando “comida” en los desechos de las castas privilegiadas; de ésos que tienen enfermedades y duermen en las calles sufriendo por el frío y que nadie ayuda; de ésas parias de la humanidad que estarían mejor muertas, sin sufrir y sin hacer sufrir a las castas privilegiadas por la culpa que les causan. Quería estar en esa inmódica y revolcarse en ella para sentirse uno con la mierda, uno con el pus y la enfermedad. Quería sentirse lleno de excremento y jugos viciados. No porqué fuera parte de eso, sino porque quería sentir “eso”. Quería ser, por un día, de esos inmundos seres y simbiontizarse con esa basura y paria.

Clic, clic, clic… Sintió como el cerebro daba vueltas como maquinaria de un reloj. Se descubrió entre basura; comiéndola, bebiendo sus jugos, y sus compañeros eran larvas y ratas. Fue hasta entonces que se dio cuenta… Él no era de las castas privilegiadas, él no estaba ahí por gusto. No estaba ahí porque “quería sentir que se siente “eso”, como se siente estar enfermo por dentro y por fuera, lleno de mierda y meados. Él realmente era ese excremento andando que se chorrea por todos los orificios de su cuerpo. Esa masa llena de escatología que nadie quiere ver, ni oler, ni oír. Él no podía darse el lujo de ver que se sentía ser “eso” por un día. Él era “eso” desde que nació, o tal vez desde que olvido quien era.

1 comentario:

  1. qué posmo
    ay aaaay :P

    yo con ganas de leer cosas surrealistas y demás, y nada, a leer a García Lorca... Pero nada de poeta en nueva york... examen... mañana... dormir... quiero...

    no sé por qué, algo aquí huele a zorrillo

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