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viernes, 25 de junio de 2010

Hasta la chingada.

Y yo ya andaba hasta la chingada (hasta el culo, pues) pero su mirada y sonrisa radiantes me regresaban al suelo frío y mojado de esa noche no estrellada. Con esa mirada penetrante y a la vez cálida, cálida pero a la vez difusa y confusa, siempre me trae de vuelta a la realidad, a esa realidad que los dos negamos cuando estamos juntos. Esa mirada que me desnuda y escudriña hasta lo más ínfimo y recóndito de mi alma, o dígase de otra forma, de mi pensamiento, de mi ser, de lo que creo que oculto, pero que ella descubre con una facilidad pasmosa que a veces me asusta. ¿Cómo me puede observar tan a la perfección? No hago caso a mis sórdidos pensamientos, que no buscan más que explicaciones que no pueden ser dadas, que no existen en una realidad absurda que compartimos ella y yo. Tiempo y espacio que a veces desaparecen, y es cuando desaparecen en el momento en que precisamente se vuelven menos absurdos y más lógicos. Esos escapes, esos viajes temporales que no duran nada ni son en ningún lado. No tienen extensión alguna, son intangibles, no los podemos tocar ni guardar. La recreación es lo que los trae de vuelta, con vida, pero son igualmente intocables. Su mirada me desnuda, uff, siento frío, hace mucho frío. Desnudo bajo el agua, en esa noche sin luna; cuando no hay luna es cuando estoy más débil, pierdo mi poder ancestral que guarda cierto toque bestial, mi licantropía adorada, que me hace ver menos vulnerable de lo que en realidad soy. Pero este frío y mi desnudez provocada por su mirada son tremendos. Sigo con paso firme pero embriagado, directo a la mesa en donde ella me espera, me espera con su sonrisa y mirada radiantes. Me aguarda como con fervor, en su espera se ve cierto anhelo, no sé si un anhelo de que yo esté pronto a su lado, o un anhelo pasado, de algo arcaico que ella siempre estará esperando y yo nunca sabré qué será. Mientras más me acerco más siento los nervios y esos noséquéchingados en el estómago, pero mientras voy hacía ella el frío se vuelve ardor, su mirada es cálida, me excita, me exalta, me anima. Voy con paso tambaleante y su mirada y su sonrisa radiantes, son hipnotizantes. Cada vez estoy más cerca de ella y mis pasos parecen eternos, demasiado lentos para esta dimensión, demasiado pesados para que un cuerpo tan endeble los ejerza. Mi sonrisa se va dibujando, mis pensamientos van desapareciendo. Sólo me queda uno en la mente, sólo puedo pensar e imaginar, ver y descifrar una sola cosa. Lo Radiante. Pero bueno, ya ando hasta la chingada (hasta el culo pues.)

2 comentarios:

  1. Pues escribes muy bien a pesar de estar hasta la chingada. Me gustó mucho, no diré más. Eso serían florituras innecesarias.

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  2. :3
    oye...

    te amo machín

    y me encantó negar la realidad contigo y que el tiempo se convirtiera en arena y que comiéramos chilaquiles y que me contaras historias y yo a ti sobre las colisiones de los planetas... nomás nos faltó dormir :B

    pero... para qué dormir si ya la vida es sueño?

    tiamo pues

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